
«Se anunció la llegada de pastores al poder» el alcalde llegó al poder, envueltos en una aura de santidad. Dizque hombres de fe, se traerían consigo los valores cristianos de bondad, justicia y humildad. Segmentos creyeron en esperanzas, un gobierno cercano, compasivo, al servicio de la gente. Pero lo que hemos presenciado en estos años no es más que una grotesca traición a las promesas. Se gobierna lejos de Dios, perjudicando al rebaño, con despotismo, neo-Trujillista autoritario pisoteando la paz, la institucionalidad y el cumplimiento de las leyes.
Este gobierno municipal, que debería velar por el bienestar colectivo, se ha convertido en una máquina de opresión y abuso. Las multas ilegales y los cobros excesivos se han vuelto el pan de cada día, un mecanismo para exprimir a los ciudadanos mientras se llenan los bolsillos de unos pocos. ¿Qué tiene esto de cristiano? Nada. Es puro cinismo disfrazado de autoridad. Y para imponer su voluntad, han transformado a la policía municipal en algo que recuerda a las temidas SS hitlerianas: una fuerza intimidatoria que no protege, sino que amenaza, que no sirve a la ley, sino que la tuerce para satisfacer los caprichos del poder.
Las calles, que deberían ser espacios de convivencia y seguridad, se han convertido en campos minados. Los reductores de velocidad, colocados de manera abusiva y sin criterio, no buscan proteger a los peatones, sino beneficiar a los intereses de Megacentro y sus aliados comerciales, mientras los ciudadanos comunes quedan atrapados en el caos. Y qué decir de los furgones estacionados en medio de las vías públicas, verdaderos monstruos de metal que no solo generan tapones infernales, sino que ponen en riesgo la vida de quienes transitan. ¿Dónde está la planificación? ¿Dónde está la empatía? No hay respuestas, solo la arrogancia de un mandato que desprecia a su pueblo.
Este no es un gobierno de pastores, sino un régimen de tiranos. La bondad cristiana que prometieron se ha evaporado, reemplazada por una codicia insaciable y un autoritarismo que avergonzaría a cualquier verdadero creyente. La institucionalidad está en ruinas, las leyes son un chiste, y la paz, un recuerdo lejano.
Los ciudadanos no merecen vivir bajo esta sombra opresiva. Alzar la voz y desenmascarar a falsos profetas.
creado por Multimedios LZO, según texto original de Fernando Buitrago, 29/3/2025

